300 segundos


300 segundos

Caminé detrás suyo, dibujando su entorno con la vista.
Siguiendo el vaiven de su caminar y nos fuimos juntos fundiéndo nuestras sombras, y nuestras historias se hicieron una.
Tuvimos sed de nosotros. Y sin pudor nos miramos. Y de una historia, pasamos a otra. Mientras nuestra mente juega con nosotros, como el agua de alcantarilla que juega con las hojas incansablemente.

Mientras Juan aferraba el libro Open bajo sus dedos, como si de ello dependiera el día. Su ídolo, había hecho todo por mantenese en pie, mientras él, en otra realidad aún sostenía su raqueta firme, pero en este momento, su agenda en movimiento estaba llegando a su fin. Atrás quedarían los momentos  cálidos, los sentimientos, los placeres de la carne, los amigos...
Su mente transitaba por múltiples historias, sin embargo, un suave murmullo apenas roza sus tímpanos gastados. 
- Señor...
- Señor, tenga cuidado, aquí hay una rampa... ¿Me escucha?
Él respondió calmadamente:
- Si señorita, le escucho, le escucho...

Y así se nos escapa la vida:
nuestros abuelos pasan...
nuestros padres pasan...
nuestros días pasan...

Muchas historias vienen a su mente, justo minutos antes de cruzar el umbral que los deja parados a metros del hogar de ancianos. (Residencia para mayores).

El aire entraba en sus pulmones algo cansados, entonces el cuerpo le dice a la mente, que el tiempo ha transcurrido, la mente no le cree, pero sus pies, seguro que si.
La mente juega en el envase, porque a veces sentimos, que todo nos queda grande.

♣ Autor: Miguel Ángel Acuña Márquez - Vientoazul - ©


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