Ecos
Ecos
Después de las primeras
horas de la tarde, te fui a encontrar...
No era la primera vez que
te leía cuentos, muchas veces lo hacía solo junto a ti,
otras no, pero te pensaba
cerca, eras tan macanuda, como tu imagen, me acerqué hasta tenerte
cerca, que casi deje de mirar el entorno, mas ocurrió algo
inesperado, único en mi vida, descubrí que no estabamos solos, con
mucha calma, poco a poco, me vi rodeado por todos lados del pasillo,
salían de izquierda, de derecha, de arriba, de la parte inferior. De
todas las edades, hombres y mujeres, jóvenes y viejos, se acercaban
despacio pero sin pausa, dejando un espacio amplio a mi alrededor ,
no más de un metro, sin ocupar.
Si debiera describir esta
visión, diría que eran de un celeste apenas traslúcido, de manera
apacible, amigables, de apariencia casi humana, no los volví a ver
más allá de unas pocas veces, pero bastaron para despedirlos.
Hice una pequeña pausa,
bajé la vista y con voz tranquila, continué leyendo, con lágrimas
en los ojos, al ver primero a mi madre y luego a ti(vos y tu abuela,
estaban juntas...), las pocas luces del entorno generaban un marco
tan emotivo, como único.
Las imágenes eran casi
nítidas, un poco difusas, diría yo, casi juntas, algo apretadas.
No logré saber cuánto
tiempo pasó, el escenario mágico, que estaba ante mí,
era tal la paz que sentía
y la felicidad que me embargaba, que no quería que ese espacio de
tiempo terminara.
Agoté los textos del
primer libro, y empecé con el segundo.
Y entonces, escuché en
forma lejana:
- ¿Sr?
- ¿Qué hace aún por aquí?
- ¿Sr... Sr?
Escuchaba un murmullo
lejano, que nos interrumpía.
- Se tiene que retirar, estamos cerrando.
De esta manera abrupta
aterricé en una realidad sombría.
Ya nada quedaba de todo lo
visto.
Solo quedábamos el
personal de seguridad del campo santo y yo...
Junté mis cosas y regresé
a casa.
♣


Comentarios