Abigail y Débora
Abigail y Débora
Prólogo: Esta es la historia de dos amigas adolescentes, Abigail y Débora.
Transcurren gran parte de sus vidas, en aparente armonía, siempre unidas, casi
inseparables.
Una de ellas toma pastillas mezcladas con alcohol y fallece (quedando en las tinieblas).
Abigail, queda muy apenada, por el dolor de la partida de su amiga.
Tanto dolor, la lleva a elaborar un plan, para rescatar el alma Debi.
Amistad adolescente
Ambas jugaban siempre con una perra ovejero alemán llamada Tempo, que el papá de
Abigail le había regalado, para su cumpleaños;
Lo amaban hasta la médula.
La idea, consistía en darle un mensaje. Todavía no sabía cómo debería hacer, para
entregárselo y guiarla hacia su eterno descanso, en el paraíso.
¿Como lo haría? ¡Ni ella lo sabía!
Como siempre recordaba, las largas charlas nocturnas, hasta bien entrada la madrugada.
Pues, ¡Se contaban la Vida!
Les unía la edad, las mismas inquietudes, los errores, las alegrías y anhelos, se buscaban
mutuamente, pero ahora, sola con su perra,
le volvía una y otra vez la idea del mensaje.
La obsesión comenzaba a echar raíces en su mente.
¿Pero de qué forma lo haría?, era el nudo de la idea.
Se encogió de hombros y pensó que con el transcurrir del tiempo, algo se le ocurriría.
Con el correr de los meses, en momentos de suma nostalgia, la tristeza le invadía.
Una mañana, como todas, se vio escribiendo el mensaje para Debi. Sin más ni más, se
dejó llevar.
Recordando como Debi a veces le comentaba: '' No son buenos mis días''
Sin reproches, le haría saber a su amiga Debi (como ella le decía).
Que debía hacer un esfuerzo más, para buscar un lugar de paz, para su Alma.
Que después de todo, era lo único que tenía.
Y así pasaron las semanas, ya con el mensaje escrito. ¿Donde lo guardaría?
Un día, en una de las tantas visitas a la casa de Debi, para saludar a los ''viejos'',
mirando con melancolía, entre sus cosas, redescubrió un pequeño y hermoso broche,
Que muchas veces, viera en el cuello de Debi. Recordó que este se abría, dejando en su
interior, un pequeño espacio.
Pero pensó, que esto bastaría, para su nota claro, para que más...
Se lo pidió a los padres de Debi, y ellos con gusto accedieron a su pedido, nada mejor,
estaría en buenas manos.
Buscó entonces, un delgado papel, para que le sirviera en dicha ocasión, y transcribió la
nota.
Acondicionó la esquela, con el mayor esmero, dentro del pequeño espacio del broche.
Y quedó muy satisfecha de haber avanzado un paso más.
¿Pero como lo entregaría? Pensó que de alguna manera, el destino se encargaría de
hacerlo.
Un día, durante sus vacaciones, en las hermosas playas, de la costa Argentina.
Transcurría sus días disfrutando las horas, tomando sol, bebiendo jugos de frutas,
leyendo libros,
hablando por celular con sus amigas, de vez en cuando.
Bailando en los boliches del lugar.
Se quedó dormida, en la arena tibia.
Su mente de a poco la llevaba de una escena a otra, como ya era costumbre, algunas
tranquilas,
otras más inquietas o a los saltos, como era ella.
De tanto en tanto, su viejo anhelo volvía, en realidad nunca lo había olvidado.
Estuvo siempre en un compartimiento estanco, dentro de la mente. Esperando una y otra
vez ser rescatado.
Y ella en su interior lo sabía. Ya formaba parte de su historia personal.
Y así pasaba sus días, a su impronta.
Los padres de las chicas eran testigos mudos de este pesar.
Decidieron cenar juntos y charlar el tema.
Como todas las cosas pendientes, un día el destino golpeó a la puerta. De una manera no
imaginada.
Abigail debía llevar a Tempo a la veterinaria del barrio, le molestaban un poco los
oídos.
Debieron sedarla un poco para poder revisarla, pues tenía una infección en el oído
derecho.
Todo parecía transcurrir en forma normal.
En la pecera de la sala, los peces iban y venían, de aquí para allá. Como de costumbre.
Abigail sentada en la sala, leía un libro para intentar calmar el nerviosismo natural, de
estos casos.
Después de oír un ruido sordo, que provenía de la sala.
Tanto la asistente como la doctora de la veterinaria, se inquietaron por el sonido de un
golpe
y el murmullo que iba en aumento. Abi yacía en el piso. Llamaron urgente a la
ambulancia.
¿Que había pasado?, Abi se había desvanecido, golpeando la cabeza con la pared del
mostrador. Se escuchaba apenas un murmullo.
Vino la madre y la ambulancia, casi al mismo tiempo...
Tempo corría adelante manifestando su dulce alegría.
Detrás, Como en los viejos tiempos. Abi & Debi intercambiaban risitas. Saltaban,
corrían, se abrazaban.
Al llegar al Sanatorio los padres lucían muy preocupados.
Les entregaron el bolso de mano, y el broche, junto con sus pertenencias.
Al ver entrar al médico con buen semblante,
Hablaron un rato con él y de a poco se fueron calmando.
Cuando Abigail despertó, estaba junto a sus padres.
Esbozó una sonrisa y preguntó por Tempo.
Le manifestaron que la estaba esperando en la casa.
- ¿Y Debi? Balbuceó Abi.
- Debi esta descansando en Paz, respondió la madre.
- ¿Entonces le entregue el mensaje?
- Así es. Dijo el Padre.
- Hija, ¿Que decía la nota? Preguntó la madre...
''¡No te puedo devolver la Vida! Solo te pido que me esperes. Busca resguardar tu Alma.
Pide perdón, y sigue a los niños. Abi.''
Los tres se abrazaron, y el médico sonrió.
♣
Libro: Penumbras en la oscuridad - editado por Tahiel Abril 2016
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