Diario de una mutante – Versión 2

Diario de una mutante – Versión 2

Día 1:

Hoy desperté en este lugar en apariencia, muy lejano a mis hermanos y no se por qué.
Siento que no pertenezco, ni aquí ni allá, ni a ningún lado, ya no recuerdo mi nombre,
mi aspecto, me dice que me nutro de otras tierras, pero yo no lo creo así.
Miro mis manos y no encuentro paridad total, sólo veo una difusa y amorfa calamidad
que me subsiste.
Escucho mi mente y sólo me llegan reclamos insatisfechos de las cosas que no hice, de
las cosas que no puedo.
Para colmo, no recuerdo los últimos hechos tampoco, y no creo que sea un problema de
mala memoria, creo que es esta vida enfermiza que me va transformando el cerebro.
El sentido de supervivencia me indica moverme despacio, lo más sigilosamente posible.
Tanteo a medida que se van produciendo los hechos, espero que algo por dentro me
indique la hora, ya que no dispongo de tiempo extra, y si lo tuviera, tampoco me
interesaría aprovecharlo.
Las luces del día pasan demasiado rápido, para mi gusto, y creo que así es la vida, como
las alegrías duran sólo lo que me ha durado esta luz. Si bien todo, es bastante parecido a
mi origen, hay diferencias sutiles, donde el agua parece tener otros componentes. Por el
presente mi cuerpo parece aceptarla, y eso creo que es bueno.
Analizo momento a momento los hechos. Debo procurarme un lugar cómodo y seguro,
antes que llegue la oscuridad. Debo admitir que estoy cansada y si bien estoy lejos de
sentir terror, al menos un poco de miedo se filtra en mis pensamientos, supongo que es
natural, como natural es la noche, como naturales son los ojos que siento en la espalda
cada vez que la luna asoma.
Yo sigo metida en este hueco sobrenatural donde me acomodo, al parecer es una cama,
pero no creo tener tanta suerte.

Día 2:

He amanecido con vida y eso es bueno, apenas me asomo, veo que llueve en forma
intensa, la lluvia es amiga siempre y cuando no moleste haciendo que me falte el aire,
reconozco ser algo insumergible, pero llueve cerca de mis ojos y eso me da para pensar
en todos los factores que me jugarán en contra a lo largo de este día, que es otro más de
mi desventurada y aburrida existencia, pero trato de ser optimista y respiro hondo para
retomar las ganas.
Controlé mi inventario y es bastante limitado. Debo buscar abastecerme mucho antes de
lo previsto, no es fácil ni ser ni estar en mi condición, y a veces siento que Dios no le
gusta tener piedad conmigo.
Afuera llueve, y creo que por mis adentros la realidad no es muy distinta.

Día 3:

Ya pasaron dos días y no veo nuevos seres vivientes. (Salvo los visto el primer día, muy
fugazmente) esto me preocupa, un poco. Porque sospecho que estaría alejándome de las
zonas pobladas. De todas maneras un poco está bien por el momento, la soledad me
hace pensar en mis miserias, pero también me hace anhelar otra fortuna. Sólo espero no
quedarme una vez más en el intento.

Día 4:

Camino lentamente desde hace un par de horas, de pronto siento un ruido bastante
fuerte y un desgarro en el piso, mis brazos tratan de aferrarse a lo que sea, pero nada se
interpone, mis pies no encuentran el suelo, el piso deja de soportarme y he caído al
vacío, no recuerdo cuanto tiempo he estado inconsciente, el pozo es medianamente
profundo, oscuro, frío y espacioso, aparentemente seco. Mis manos se deslizan palmo a
palmo en el entorno. Con una sensación de encontrar algo que quizás no me guste, pero
no me queda otra, si quiero salir de allí. Uso mi linterna sólo para marcar el camino, y
es como volver al principio, yo, la oscuridad y un hoyo oscuro donde pasar la noche,
justo ahora no tengo plan "B" que me permita la esperanza, sólo una linterna a baterías
que espero que no se agoten. La enciendo y veo que la profundidad es más áspera que
los raspones en mis rodillas, aquí hasta la luz produce un eco y mi figura no es la única
sombra que me acompaña...

Día 5:

Mis raciones de alimento se han acabado y casi no me queda agua, sigo aquí paralizada
en este hueco salido de la nada y me sigo preguntando porque me alejé tan pronto de
toda humanidad posible, sería que ya estaba harta de tanta mediocridad encausada, pero
ahora aquí, en el extremo de la cuerda floja, me doy cuenta que era preferible eso.

Día 6:

He consumido toda el agua, mi garganta comienza a sentir esta carencia, y mis pies
duelen tanto como mis nostalgias. Yo tuve una época feliz... Pienso y medito en ello a
cada instante, como si la misma vida me estuviera asediando y obligándome a reconocer
errores, es extraño, nada aquí parece querer que siga mi camino, pero yo quiero ser
libre, quiero salir de esta apretada manera de morirse de hambre y de sed por causa de
mi propia negligencia.
Mi linterna está tan agonizante como mis neuronas, espero poder pronto encontrar una
salida, no me imagino la vida muriéndola así de ingrata.

Día 7:

Ahora he tomado la iniciativa y después de mucho esperar decido emprender un camino
que al parecer se va volviendo cada vez más angosto y más bajo, pero luego de metros y
metros de arrastrarme entre la humedad y el crujido de lo inefable y solitario, sólo
encontré una pequeña vertiente de agua subterránea, para mi, fue como estar de fiesta,
pero no puedo permitirme caer en la debilidad de quedarme aquí estancada, necesito
salir a la luz, o de lo contrario, aunque tenga agua, sin comida moriré.

Día 8:

Apenas logro hacer este registro. Solo sé, que estoy literalmente acabada. No recuerdo
mi nombre. Mis fuerzas me abandonan y hace días que no ingiero alimento alguno. El
dolor me puede, me inhibe, y al mismo tiempo me exige que siga adelante. Supongo
que el mismo sentido de la supervivencia es lo que me mantiene respirando, si pienso en
el pasado creo que estoy en el lugar correcto, pero si pienso en lo que podría lograr con
tan sólo proponérmelo, siento que todo es posible y que mis límites son sólo hasta que
yo disponga. Sigo arrastrándome entre la nada, y espero que la vertiente de agua me
indique el camino hacia la salida, por momentos hasta creo sentir que la suave brisa de
afuera me besa la cara, pero como no he comido, también puedo estar alucinando, voy
caminando apenas y este lugar parece infinito, aunque quiero suponer que ya me falta
menos.

Día 9:

Acabo de sentir que el aire no es tan irreal como parecía, si no me equivoco, ya estoy
cerca de salir, hasta puedo respirar el sol y creo que su resplandor a venido en mi
auxilio.
He recorrido esta fosa por días y estoy muerta de hambre, pero pronto estaré a salvo; un
esfuerzo más y las ideas fluirán por sí mismas.
Allí está la salida, puedo verla y sentirla, sólo me duelen los magullones de la caída,
pero si logro subir a la superficie, quizás alguien me escuche y pueda salir airosa.
He logrado salir, pero nadie que pase puede verme o escucharme. Voy a caminar un
poco más hacia la ruta y quizás un alma que asome me vea tirada en el camino, sólo así
podré volver a casa.
Cuando pienso en ello no puedo evitar, que me asome una lágrima. La vida no me ha
sido fácil pero él me espera.
En este viaje he podido ver los distintos matices de las sombras e ir mutando de
venenosa a buena.
Sé que soy semilla fecunda que esperaba ser regada, lo sé , como también sé que me
germinan los días que viví modesta y sublime creyendo que me las sabía todas.
He dejado mi casa ya varias veces, pero ésta creo que ha sido la vez en que más me he
alejado, y no sólo estoy hablando de caminos, me he alejado en propósitos de lo que
hubiera sido mucho más productivo que caer en un terrible hoyo siniestro por causa de
mi propia imprudencia...

Fin

Idea original: M. Á. Acuña Márquez
Poeta invitada: P.E.Troya
Co-autores: Miguel Ángel Acuña Márquez - Paola Eloisa Troya - ©



Libro: Penumbras en la oscuridad - editado por Tahiel Abril 2016

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