El mensajero





El mensajero

Prólogo:

Esta historia nos lleva a reconsiderar qué queremos como destino más allá de la propia
vida. Porque a veces nos plantea un camino diferente, para el cual no siempre estamos
preparados. Ni siquiera sabemos si existe otra posibilidad. Pero también dependerá si
estamos dispuestos a continuar o no, de otra manera.

1 (Regreso a casa)

Él trabajaba de noche como sereno, en una fábrica de porcelanas. Un día como todos se
encontraba en la parada del autobús. Después de una ardua jornada, regresaba a su
hogar, un poco cansado. Ve que llega su autobús lo para, sube, se sienta con ganas. Se
acomoda. Escucha mientras viaja, su radio, compañera inseparable. Un viaje normal. En
un día templado, como tantos otros, estaba por llegar, así que caminó hacia la puerta y
bajó. En la humedad del aire sintió el olor a panadería, que a través de los años sería
inolvidable, entró y compró facturas, al salir, vio que estaba amaneciendo. Y sonrió.
A veces se cruzaba con algún vecino. O escuchaba el trinar de los pájaros o el pasar de
los autos. Un día como otros.
Caminó despacio, dobló por la esquina y llegó a su puerta.
Un lindo barrio, lleno de árboles y casas humildes. Las baldosas llenas de hojas secas.
Predominaban los colores marrón y amarillo.
Desayunó en compañía de su pequeña gata, mientras su esposa y su hijo aún dormían,
luego se preparó para descansar él también, no sin antes lavarse un poco.
Parece que durmió bastante, porque el reloj marcaba las 17:00 horas.
Se puso contento porque hacía un par de días que no podía dormir bien.
A veces el insomnio lo debilitaba un poco.

2 (La ducha)

Era casi de noche, hacía frío, previo a la cena, decidió tomarse una ducha, el agua tibia
salía copiosamente, mientras se estaba bañando, terminó resbalando y golpeando la
nuca en la bañera, una antigua de hierro enlozada blanca. Con un grito ahogado, se fue
desplomando. Cayendo de espaldas. Su esposa trató de reanimarlo, pero no pudo,
entonces llamó al servicio médico y lo trasladaron al hospital.

3 (El pasaje)

La sirena lo volvía loco. Pero poco a poco, en algún momento dejó de escuchar la
ambulancia, los traqueteos del traslado cesaron. Del dolor pasó a la inconciencia, hasta
recodarse en distintos lugares, se sentía mareado, casi sin fuerzas.
Estaba recordando o alucinando vaya uno a saber... Todo se iba hilando de a poco, su
pasado, su presente, su futuro inmediato, en imágenes dislocadas.
Se preguntaba una y otra vez: ¿Dónde estaba realmente? ¿Estaba desmayado?¿Seguía
con vida? ¿Ya habría pasado el túnel? ¿Habría visto lo que comentan todos: la luz
blanca? ¿Estaría en su tumba? No por Dios, que esto último no esté pasando... De todos
los pensamientos, es el que menos le gustaba.

4 (El mensajero)

Tan lejos había quedado la ducha...De a poco todo empieza a tomar sentido...Recuerda
la conversación con el médico pero muy vagamente. ¿Realmente sería la persona que
estaba a su lado? Como si las palabras se desdibujaran en el aire. Varios pensamientos
rebotaban en su mente. En su desvarío sabía, que estaba muy grave y que el tiempo se le
estaba agotando.
En un momento, algo le dice que le quedaban sólo dos opciones, partir a su morada
final o un nuevo destino.
Que podía rechazarlo. Pero así concluiría con su existencia en poco tiempo más.Con lo
cual recordó desde siempre su miedo a la muerte. Eso no le permitió negarse. Y decidió
aceptarlo. Le dijo que sería un mensajero, que sería portador de ideas únicas a personas
al borde de su propio límite. Morir o dar mensajes de vida. Con lo cual su nuevo destino
parecía interesante y muy útil para otras personas. Sería un espíritu en la eternidad. Al
principio se aferró a esa idea, pero estaba aterrado. Como casi siempre que debía
enfrentar caminos sombríos. Pero que nadie lo vería, ¿Habría otros en esta condición?
También a medida que pasaban los minutos, se quedaba sin ideas.
Pero sospechaba que podría ser otro mensajero entregándole a él este mensaje. Que le
brindaba otra oportunidad, de ser mejor, sin estar contenido en un cuerpo. Sólo en un
estado de conciencia espiritual. Vagando en busca de almas expirables.
Sin otra posibilidad, se fue habituando a lo que nunca pensó que le pasaría y entonces la
idea de a poco le fue gustando. Así con el paso del tiempo debió dejarse llevar, en ese
medio inverosímil.

5 (Momento de inflexión)

Momentos previos a este accidente hogareño, le pasó por la mente cómo empezó todo.
Bueno, no todo, pequeños hechos. Que luego hilvanaría. Su blonda esposa preparaba la
cena. Y su pequeño hijo jugaba en el living, sin saber, que ese era un momento de
inflexión en su corta vida. La casa, como suele suceder estaba en calma.

6 (La familia - la partida)

Algunos miembros de la familia, no creían que fuera un accidente. Sin embargo, eran
solo comentarios. Pero él sabía que ella lo amaba y nunca le hubiese hecho daño. A
veces las personas nos tratan miserablemente, sólo porque somos distintos. Allá ellos. A
algunos pocos no les importaba en lo más mínimo. Muchos estaban tristes de verdad.
Otros sólo estaban allí porque se estilaba hacerlo. (Antes los velatorios se hacían en el
hogar). Cumplir con las apariencias. Y además, como se perderían los cuentos. El café.
Y dar rienda suelta a sus lenguas bífidas. Todo el servicio se llevó a cabo como estaba
contratado. El aroma a gladiolos blancos inundaba tanto el departamento como también
parte del descanso de la escalera. Lo bajaron por los escalones, uno a uno, el féretro a
veces tocaba las paredes con suavidad, como si se estuviera despidiendo. Sus hermanos
y cuñados estaban distribuidos, uno por cada manija, consiguieron bajarlo sin mayores
problemas.
Su esposa estaba destrozada. Sus hermanas lloraban sin consuelo. Sus sobrinos apenas
entendían lo que estaba sucediendo. Pero sabían que tenían que comportarse mejor que
todos los días.

7 (Los caminos se bifurcan)

Ya en el cementerio de la Chacarita, supo que su viaje estaba por culminar.
El cortejo entró por la puerta lateral, siguió por varias cuadras y al llegar a la zona
elegida se detuvo. Sacaron el féretro del coche fúnebre. Lo trasladaron a su morada
final.
Quiso gritar pero nadie parecía escucharlo. Estaba a varios pasos de su propia tumba.
Pero era solo un espíritu sin cuerpo. El aire ya no lo rozaba.
Lo bajaron con maestría, si se tiene en cuenta, que había varias zanjas cercanas abiertas,
así que dedujo otros también llegarían.
Entonces cuando todos se fueron. Mientras una parte se preparaba para el descanso
eterno, la otra lo hacia para el insólito viaje. Cosas que pasan...

Fin



Libro: Penumbras en la oscuridad - editado por Tahiel Abril 2016


Dibujo: Héctor Álvarez(Bellas Artes)

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