Penumbras en la oscuridad
Penumbras en la oscuridad
◇ Penumbras en la oscuridad
Mi vida transcurría con normalidad. Tenía una familia (esposa, dos hijos, un gato) y volvía solo en auto del trabajo, como todas las jornadas, escuchando la radio. Regresaba tranquilo a casa, pensando en comprar algo para la cena. Estaba contento porque nos iríamos de vacaciones pronto. Pero, como sucede siempre, la vida nos sorprende. Y entonces todo va bien, hasta que en un abrir y cerrar de ojos, lo inevitable sucede.
En una esquina que atravesaba casi todos los días, una ambulancia se cruzó de carril… Y un mes después… Me desperté y descubrí que tenía un día distinto. Creía estar bien, salvo porque me estaban dando el alta en un hospital, había pasado la noche allí, en lugar de hacerlo en mi casa, pero con un detalle que luego me dijeron: fue hace un mes atrás. Pareciera que todo lo acontecido hasta hoy solo quedó en el recuerdo.
Las enfermeras curaron mis heridas con paciencia y zurcieron mis penas. Debo agradecer a los doctores también. Pero cuando se corre el telón, la vida se muestra tal cual es. Las luces acostumbradas no vendrán a socorrerme.
Seis meses después… Me he quedado en una casi completa oscuridad. ¿Qué sentí? ¿Qué siento? Me preguntas... Indignación, bronca, desasosiego, las mil maneras que se me ocurren hoy, no bosquejan siquiera el estado emocional de aquel momento. Me había quedado casi ciego.
Lo primero que me vino a la mente fue que estaba paralizado. Sin saber qué haría el día, la semana después. Bloqueado emocional y físicamente. ¿Cómo serían mis nuevas jornadas? Por de pronto, todo lo que conocía había quedado atrás. De ahora en más, debería procurarme otra entrada, otra manera de trabajar. ¿Cómo se sale de ésta? Me pregunté una y mil veces.
Después de varios años, comprendí que solo con la ayuda familiar y profesional saldría de esto.
♣ Autor: Miguel Ángel Acuña Márquez . Viento azul ©
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