Arde, espíritu arde




Arde, espíritu arde

Remontó el aire
que respira para poseerle.
Ardió en su interior;
su siempre amada,
se alejaba cada día más.

Sabe que lo inquieta,
y aunque su mente se resista
no tiene razón de ser.

Ya no lucha, está rendido.
Se entregó en cuerpo y alma,
manso para amarla
o morir en su olvido.

''Arde, espíritu arde. ‘‘
Se dijo y juró ser parte,
de esa braza que aún incandescente,
es más benévola que su olvido.

Que el fuego purifique
lo que fue casi un amor
no correspondido.

Él quiso tener sus besos
pero sus labios no se dejaron besar.
Supo que quiso poseer su esencia
pero Ella no estaba ni libre ni dispuesta.

Su cuerpo, buscó el suyo
Y no encontró respuestas.

Sintió que siempre amó,
a un ser que nunca
se dejó amar.

Ahora muerto, sin cuerpo ni piel.
Ni presente ni futuro.
Guardó su mirada
en el recuerdo más profundo.

Continuó su inexistencia sin aliento, sin razón.
Porque supo que al menos, lo había intentado.
Solo, que le arde el alma, cuando lo piensa.
Esa Alma, que una vez fue suya.
Ahora condenada a vagar, en busca de amores perdidos.


Autor: Miguel Ángel Acuña Márquez – Vientoazul ©

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