El Alma tiesa

El Alma tiesa


El tiempo se detuvo,
su alma también.
No por un instante,
ni por un momento.

Simplemente,
harta de arar en el vacío
no encontró motivos,
para seguir, y
le invadió la tristeza.

Se detuvo porque,
olvidó alimentarla,
protegerla,
regarla.
Porque perdió
el apetito de soñar.

Se detuvo, como
se detienen un día
los relojes antiguos,
porque ya nadie los mira.

Tal vez, tenga
una oportunidad
de reparar tamaño error.
No supo, no quiso saber.

Como, si nada pasara.
El tiempo se detuvo,
su alma también.
Autor: Miguel Ángel Acuña Márquez – Vientoazul ©





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