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Mostrando las entradas de marzo, 2019

Un día normal

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Un día normal Y un día ocurrió: que mientras caminaba por el barrio, se sorprende, su mente le dictaba incoherencias, como nunca le había pasado, como mucho intenta calmarla, en un diálogo algo extraño, hilarante, entre él y su yo interior. Pero continuó caminando, sin alterarse demasiado. Pensó que su día habia sido duro y el cansacio le estaba jugando una mala pasada. Últimamente su vida estaba con algunos altibajos laborales y sentimentales, Arrastraba un duro momento que consideraba pasajero. Sorprendido, escuchaba de sus propios labios: “ Que h de p, estás entrando en la cuarta década y aún no sentás cabeza.’’ Él siempre trataba de no dar entidad a este reclamo de su mente. Que sin dudarlo aumentaba su peso, volviéndo una y otra vez a su encuentro. Esta voz interna iba creciendo en su presencia. Entonces pensó: todas mis miserias me pasaban factura. Acaso me estaré volviendo loco, no lo creo. Simultaneamente los hechos quieren protagonismo, que no tuv...

No quise ni preguntar

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No quise ni preguntar Ser hijo a veces no es sencillo. Salí a caminar, a despejar la mente, mi cabeza estallaba, siempre las mismas palabras y los mismos hechos. Eso lo convertía en un "d éjà vu". Mi familia se había empecinado en transitar al límite de lo pensado, diría al borde del abismo. Parece mentira, no se a quién habré salido, quizá por gustarme las cosas difíciles cambié de rumbo, porque lo fácil habría sido ser como ellos, pero eso no estaba escrito para mí, después de lucharle tanto al destino, solo me quedaba un camino. A los cincuenta años pensé, merecía algo mejor... Regresé después de varias horas, un poco cansado, me acerqué a la puerta, y apenas puse las llaves, toqué el picaporte, escuché viejas discusiones, guardé las llaves y me fui, era hora de empezar una nueva vida. ¡No quise ni preguntar! Autor: Miguel Ángel Acuña Márquez - Vientoazul - © x

Un último día

Un último día ◇ Un último día Siempre existe un último día para todo, y como tal, casi siempre lo ignoramos, hasta que remontando recuerdos se nos van revelando los secretos, como un ovillo de hilo que vamos devanando. Así van saliendo de la oscuridad los momentos relegados que quizás habíamos olvidado. Decimos después de un breve diálogo: "Un día de estos tomamos un café y charlamos con más tiempo". Esto es igual a nunca; nos pasa frecuentemente, pero al no tener presente esos deseos se nos van olvidando, dejando el encuentro trunco. No digo que no sean sentidos, pero es lo que pasa. Una última vez para: - Abrazar a nuestros abuelos. - Ver a nuestros padres, amigos y hermanos distantes. - Realizar un viaje de placer con tu pareja. - Un último café. - Para olvidar viejos rencores. - Ver un familiar entrañable. - Recorrer el barrio de la niñez. - Jugar a nuestro deporte favorito. - Los alimentos que nos gustaban tanto. - Caminar, correr, nadar. La lista sería interminable; ...