Ausencias


◇ Ausencias


No recordaba su rostro; en su hogar no se escuchaban palabras sobre él. Las fotos estaban ausentes, a excepción de una que había visto traspapelada en un libro y la guardó para sí, en silencio. Mientras viajaba al trabajo pensaba en él, en su papá; su recuerdo era muy escaso. Según le contó su madre una vez, se distanciaron con muchos problemas cuando ella era muy pequeña, y según deslizó, casi nunca se había contactado por ella. Era tal el rencor de su madre que se ponía mal de solo escuchar nombrarlo. Por eso ella decidió buscarlo por su cuenta.

I

Año a año esperaba un llamado que la rescate del vacío emocional; a duras penas podía convivir con su madre, que ya en la preadolescencia no habían congeniado bien, y ahora, a los veinte, era más difícil aún. Pensaba: "¿Por qué mi papá no me contactó nunca? ¿Será que no le importo? Quizás no me querrá en su vida..." A veces torturaba a su madre para que le contara algo, pero casi siempre recogía quejas o todo terminaba en un portazo de su parte, por lo cual, en pos de una vida menos conflictiva, poco a poco dejó de preguntar por él; así pasaron los años y desde entonces dejó de buscarlo.

II

Un día, después de mucha bronca acumulada, dio vueltas todo en su casa con la idea de encontrar algo que le permitiera saber qué pasó con él; un papel tendría que haber. Las peleas con su madre eran cada vez más frecuentes.

III

Aprovechó que su madre estaría afuera por unos días, pues su hermana estaba enferma. Su amiga Clara le daría una mano. Entonces, cuando todo ya estaba dado vueltas, logró sacar de un rincón superior del armario una caja pequeña embalada en un papel sencillo. La alzó con cuidado; supo que su ansiedad estaba en aumento. Encontró pocos papeles, había algunas fotos antiguas y cosas de poca importancia. Sus ojos desorbitados, su corazón poco menos que a los saltos, su ansiedad estaba desbordada. En uno de los papeles había escrito un número y tres iniciales. Pensó entonces esperar a su madre para enfrentarla. "¿Por qué no le había mostrado esas pocas fotos? ¿Por qué no le habló de su padre con más regularidad, de una forma más contenedora?" Fue a varias delegaciones, pero sin nombres ni documentos sería difícil. No sabiendo más que hacer, habló con su mejor amiga, y acordaron que la acompañaría en esto. A Clara se le ocurrió pedir en el Registro Nacional de las Personas su partida de nacimiento. Pero cuando fueron a buscarla, se dieron cuenta de que solo figuraba el apellido de su madre.

IV

Tan solo por una corazonada, habían comenzado la búsqueda en el cementerio local, sin resultados positivos. Con un pensamiento, quizás algo descabellado, fueron al cementerio de la ciudad natal de su madre. Allí comenzaron una búsqueda, rebotando de un lugar a otro, recorrieron las manzanas internas del camposanto, preguntando a todo empleado del lugar que de casualidad encontraban cerca, por el número hallado en el papel. La causa era noble, su fe, su búsqueda no podía dejarla desamparada. Ella entró nerviosa, no esperaba encontrarlo, no justificaba su ausencia; Clara la seguía. Cuando las fuerzas de ambas estaban flaqueando, para su asombro, allí estaba frente a ellas el nicho número 5041; copió el nombre completo; cuando se miraron mutuamente, sonrieron, se abrazaron y se tranquilizaron un poco; se quedaron un rato en silencio. Allí lo supo, su papá estaba en la sepultura 5041 del camposanto, estaban frente a la tumba menos pensada. Pero que tenía hasta allí. Un número en un papel y tres iniciales, que coincidían con un nombre, y una pequeña foto apenas legible. Aunque fuera cierto, sabía que eso era tan solo el principio; faltaba aún mucho camino por recorrer. Deberían ir a la administración, contactar a los parientes del fallecido del nicho, cotejar historias, ADN, pero: ¿Sus parientes sabrían de ella? No sé, quizás debería por el momento creer en su madre y dejar estos hechos en suspenso temporalmente. No sabía cómo eso la dejaría parada frente a la vida, pero estaba casi segura de que a partir de ese momento dormiría un poco más tranquila; había dado el primer paso.

♣ Autor: Miguel Ángel Acuña – Viento azul - ©

N. del A.: A veces las historias que nos cuentan de pequeños tienen inconsistencias, entonces, por no poder entender, las pasamos por alto. Como esas historias son parte de nuestra vida, nos van a provocar angustia si son parciales, insuficientes o falaces. Los hijos siempre son más importantes que las diferencias entre sus padres.

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