Prólogo Libro Pensamiento otoñal

Prólogo 


Prólogo del Libro 

Pensamiento otoñal.

Verónica Victoria Romero Reyes (Escritora contemporánea de Granada, España).

"Quizás a veces
me ganan los silencios,
mi voz se ahoga
y mi corazón estalla."

Así concluye "Tus sentidos" del autor, con un manifiesto
de intenciones. Cualquiera que haya leído o seguido la
obra de Miguel Ángel entiende que la Poesía surge de él
de manera espontánea, natural, como el fruto de un árbol
en Primavera. Todo lo que el hombre calla encuentra en el
alma el cauce para hacerse forma a través de poemas sin
métrica. ¿Por qué?
Porque el alma, el sentimiento y el fluir del mismo no
pueden encorsetarse en medidas ni puntos ni estructuras fijas.

Miguel Ángel Acuña, a través de un léxico suave y
cotidiano, nos transporta al paisaje de las delicias de lo
insondable en el universo divino del alma. Su poesía,
romántica y nostálgica en su mayoría, habla de amor y
desamor, de desengaño, tristeza y gran duda.

"Ayer eras caminante!
Hoy entre el pasaje estás.
Con diferentes rostros.
Con diferentes penas.
¿Mañana, dónde estarás?".

Influencias del autor

No sólo recibe influencias el autor de los poetas
modernistas como el nicaragüense Ruben Darío, 
sino que respira influencias musicales actuales de cantautores como 

Ricardo Arjona. Su poema "Mujer de las cuatro décadas",
es un viraje a la canción que el mismo compositor ya hizo
éxito hace algunos años.
Se dice que el genio copia y el artista trasforma. En este caso,
Miguel Ángel nos sumerge en una dimesion nueva y mejorada del sentimiento que en todas las fuentes de las que bebe.
Ya el gran Ruben Darío alcanzó fama mundial gracias  a la frecuente mezcla que de prosa y verso hacia en obras
como "Azul", -Prosas profanas o Cantos de vida y esperanza ".
Miguel Ángel se entrega a este dictamen modernista de
concepto en Poesía, no siguiendo ciegamente el  precepto de Darío, pero si individualizando una proyección personal
que persigue el mismo fin estilísto: comunicar
un mensaje a través de un léxico hermoso y bien escogido.

El autor centra su eje existencial en la creencia de un
Amor, universal y humano, que todo lo puede, todo lo
filtra y todo lo sana. En su poesía el es muy
romántico y entendido del afecto a grandes rasgos. No se puede
decir que la pasión sea el camino que el autor escoge  para dar salida a sus versos, muy al contrario,  es
en el candor y la dulzura donde encuentra los mejores tinteros
para mojar su pluma.

"Cosecha del altillo azul" es un compendio de poemas, estructurados y con una sutil línea de equilibrio, donde el amor y la expectativa humana lo es todo.

Si bien existen ciertas referencias a lo Divino, no podemos
decir que la poesía de Miguel Ángel sea del todo mística
ni metafísica. Si toca temas trascendentales, muy
recurrentes en la poesía de la Generación del 27, como la
soledad, la tristeza o la despedida y ausencia. Algunos 
 de sus poemas, -"Pensamiento Otoñal", "Días Grises" o
"Corazón errante', por ejemplo-, nos recuerdan a un
Machado en sus "Campos de Castilla o a un eterno Pedro
Salinas en su excepcional "La voz a ti debida".

¿Será que el destino del hombre,
es arar el camino en soledad?
¿Cómo saberlo?
Si yo me encuentro
haciendo surcos,
Sin mirar hacia atrás.
(Encrucijada)

La métrica de Miguel Ángel Acuña

No podemos hablar de métrica clásica cuando hablamos
de Miguel Ángel. Tampoco podemos hablar de grandes recursos estilisticos como metáforas, sinestesias, metonimias o hipérboles.

Tampoco existe en su obra una decantación hacia ninguna
de las rimas finales de verso. Ni asonante ni consonante.
El corsé no es algo que el autor estime pertinente en su
obra.
Si bien su poesía no es estrictamente tal, al carecer de
métrica y método, es cierto que discurre de una manera
acentual bien medida y articulada, con cadencias y golpes
de efecto en los remates de poema.

Hace ya años que
que se observan corrientes de poesía que
nada tienen que ver con las fórmulas clásicas
La obra de Miguel Ángel es poética, no en su estructura
clásicas de la misma.
sino en el efecto producido en el lector. Gabriel Miró,
autor novecentista, ya abrió el camino de lo que se
Llamaría en un futuro la “prosa poética".

De él toma Miguel Ángel, consciente o no, una gran
riqueza plástica, una adjetivación sorprendente y la
evocación de imágenes sensoriales claras y muy precisas.
Sin métrica, como un galimatías ordenado, el autor nos
lleva al terreno de la elipsis y la presunción de finales y
temporalidad. La reflexión y la rememoración son dos
grandes pilares temáticos que fijan la estructura que la
métrica no otorga a la obra.
Miguel Ángel apuesta por la sencillez y el despojamiento
de todo barroquismo en su obra. No existen arcaísmos, no
hay metáforas equívocas, no existen los dobles juegos de
palabras, no hay redundancias ni hipérbaton... No hay
nada de lo estipulado.
Se puede decir que nos encontramos con un poeta pulcro,
en pensamiento y pluma, que quiere y sabe transmitir un
sentimiento de manera limpia, sin máscara ni ornamento.
En esta sencillez es donde reside la verdadera grandeza del
poeta: poder transmitir, en un lenguaje llano y coloquial,
todo un abanico de emociones y recuerdos que son
comunes a la Humanidad en su conjunto.

Leer a Miguel Ángel es dejarse bañar en un agua cristalina
y diáfana, refrescante, alejada de prejuicios y normas
estrictas o establecidas.

El poeta, a través de sus ojos, nos hace descubrir nuestras
propias cuerdas del Alma.

Un placer para la vista, un honor para la lectura y un
escalofrío para el espíritu.

Verónica Victoria Romero Reyes
(Escritora contemporánea de Granada, España)

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