Cavilaciones de una tarde de Noviembre
◇ Cavilaciones de una tarde de Noviembre
Alguna vez tuve un boleto de ida solamente. Y no tuve miedo. No porque sea temerario, sino porque vivir sin deudas morales te hace más liviano de equipaje. Aprendí que el amor dura lo que el destino dispone. Ni un segundo más, ni uno menos. Las palabras o los hechos que nos enseñan nuestros padres retumban en nuestro cerebro, inexorablemente, más tarde o más temprano. Muchas veces con razón, marcándonos el camino. Porque, aunque nos esforzamos en hacer las cosas bien, fallamos. Será porque somos perfectibles. En eso, no importan los años que llevemos sobre nuestros hombros. Importan los años de experiencia en los temas que tocamos y en los nuevos desafíos que nos animemos a enfrentar. Cuando uno es pequeño, no alcanza a ver lo que se le viene encima.
Sin embargo, nos damos cuenta de que para algunos, los caminos son más duros que para otros.
♣ Autor: Miguel Ángel Acuña Márquez- Viento azul ©
Comentarios